octubre 13, 2006

IMPACTO DEL 158, UNA CANTERA DE TRIUNFADORES LOCALES

Fue una cantera de artistas que el tiempo se ha encargado de sepultar en el olvido, como a todos los que han hecho historia en las comunicaciones.

Hay etapas en la historia de pueblos, ciudades, instituciones, personas o de medios de comunicación como en este caso, que nacen y mueren sin dejar huellas; sin embargo, hay otras que dejan surcos imborrables. En el caso personal es un programa que se emitió por un tiempo relativamente corto a través de CD 158 radio Millaray que a pesar de su limitada calidad técnica (muy acorde con la época) dio la posibilidad a muchas voces de lanzarse a la vida artística.
No recuerdo exactamente el año, pero si los protagonistas más importantes.

El escenario
El teatro Municipal estaba lleno de público y como era habitual yo observaba desde Balcón (el desaparecido teatro tenía tres niveles: platea cuyo valor era el de entradas más caras, balcón para gente más modesta y galería que era el acceso más económico a todos los espectáculos). En la primera escena estaba la orquesta espectáculo (como le llamaríamos hoy) integrada por el grupo “Patrulla Juvenil” cuyo director y bajo electrónico era Pablo Castro, Carlos Neira, primera guitarra, Lolo Coloma, batería y el rucio Toledo en segunda guitarrista.

Luego de la introducción musical, vistiendo una llamativa chaqueta llena de luces brillantes, muy al estilo de la época, aparecía el animador Miguel González para saludar y presentar a los artistas que desfilaban por el escenario (después, en la última época del programa, dejaría su conducción para tomarla Carlos Jara, ex bateria de los “Yets”).

Todo este espectáculo era transmitido en directo a través de radio Millaray y seguido atentamente por miles de auditores que elevaban hasta saturar el volumen de sus receptores y que permitía, al caminar por las calles, seguir el desarrollo del espectáculo.

Lo curioso para la época actual es que esa transmisión se efectuaba a través de una línea de cable paralelo que se instalaba a través de los postes de alumbrado eléctrico, para cubrir los 450 metros que separaban el teatro Municipal de los estudios de la radioemisora y el sonido era captado, en el escenario, por par de micrófonos pertenecientes a Amplificaciones Guerrero, por tanto era fácilmente audible la voz de los cantantes y al fondo y distante, se escuchaba la Orquesta.

Los artístas
A pesar de ello, los que hoy pintamos canas, recordamos con cariño a Rosa Acuña y sus canciones de Tormenta, su hermanos Celedín y otro que no recuerdo el nombre, Yaquita, Osvaldo Flores, Los Collundas (los primeros humoristas cañetinos), Leonor Jara, Julia Aguayo, Mario Cartes, Julio Campos, Los Amancay, yo mismo y mi hermano Francisco que realizamos algunas humoradas en el escenario (aunque no recordaré cual era el estilo) y por supuesto como olvidar al más grande de todos, David Carrillo, a quien el público escuchaba en respetuoso silencio, especialmente en su interpretación de Granada. Carrillo, debió tener una mejor suerte en el canto, pero que las circunstancias de la vida no le ofrecieron la oportunidad.

Hay muchos nombres que posiblemente queden en el baúl de los recuerdos, sin aparecer, pido las disculpas del caso ya que la mente humana es frágil, aunque creo después de estas líneas muchos recordarán y me los pueden hacer llegar para agregarlos.

Sin embargo el destino de estas líneas es para hacer presente a los actuales comunicadores que la historia de la radio es rica en esfuerzos; esfuerzos que en la actualidad, con mejores recursos técnicos, no existen y tampoco la voluntad de enfrentarlos.

Más de 25 años
Hace más de 25 años se logró mantener un programa de dos horas de duración, con artistas en vivo y durante varios meses, también podría hacerse hoy, aunque las ciudades de la provincia de Arauco no cuentan con orquestas propias, lo que ya es un retroceso.

Alguna vez lo propuse y creo podría considerarse para las fiestas veraniegas de las ciudades araucanas la realización de festivales del recuerdo, considerando rescatar a estos artistas que alguna vez triunfaron a nivel local y subirlos de nuevo a un escenario, llenarlos de luces, música y nostalgia.

Para vivir la emoción de los años en que nerviosos esperábamos nuestro turno tras las cortinas para actuar, siquiera un minuto o para acompañár en los ensayos a los “artistas” de mayor relevancia, en casa de Pablo Castro, en calle Mariñan, entre Videla y Orella (ruido que molestaba mucho a los vecinos).

Actualidad
Hoy, cuando todos ellos (y yo también) pienamos abundantes canas, en disminuidas cabelleras, se ha aumentado nuestro abdomen y muchas veces nos sentamos en el umbral de los recuerdos a acunar nuestros nietos y a evocar en el recuerdo ¿Qué será de ellos? ¿En que rincón quedaron esos sueños de grandeza artística? ¿Qué faltó para que la estrella del triunfo brillara para muchos? No era el momento. Las circunstancias no estaban dadas. Hay muchas respuestas, de nada sirven, el tiempo pasó para todos.

Aunque no podemos negar que fue una época de esas que dejan huellas y huellas profundas.

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