octubre 22, 2007

Viaje a Peleco y otras anecdotas

Francisco Flores Olave, ex-hombre de radio nos revela, desde Santiago, desconocidas anecdotas ocurridas en radio Millaray de Cañete, donde fuera uno de sus destacados radiocontroladores desde 1973 y hasta 1980.
Después de recordar algunas situaciones que tenía un poco borrosa en la memoria, esta semana daré curso a algunas solicitudes de amigos.

Hablaremos de encuentros cercanos, apariciones, abducciones y ataques de espíritus… ¿malignos? ; ahí ve usted.

Mi amigo Germán Salas Torres, siempre me decía que el me veía como un “huasito”; pero un “huasito” de pueblo, es decir , con la inocencia y hablando en jerga campesina pero a la vez con la viveza de pueblerino, extraña mezcla veía él, diría yo.

Pero bueno, entremos en materia; por el año 1973 y a poco de estar trabajando contratado como radio-controlador en la emisora, instalaron el teléfono, lógicamente el aparato quedó en la oficina del Gerente el Señor Rivas distante esta oficina fácilmente unos veinte metros por un pasillo recto desde la sala de control; sonó este aparato un momento en que estaba yo solo por lo que tuve que recorrer esos veinte metros para contestar, lo que hice tímidamente dado que nunca había hablado por teléfono; con voz bajita dije : aló y una voz profunda y misteriosa me dice : ¿me podría decir la hora por favor?—espere un poco, contesté; regresé al locutorio donde estaba el reloj y faltaban veinte minutos para las cuatro; gracias, me dijo la voz misteriosa.

Cuando iba de regreso a la sala de control me vino una sensación extraña, me quedé pensando y me dije a mi mismo: Oye mismo, te las vieron.

Pasó como un año y un día conversando y echando la talla con Tito Muñoz, este hace un juego de voces y recuerdo en ellas la voz misteriosa que me había preguntado la hora, entonces con un grito de sorpresa le dije: Vos fuiste el......que me preguntó la hora el año pasado; Tito se comenzó a reír confirmando que era verdad. ¿Desde donde lo había hecho?, desde la oficina del Flecha Verde que estaba a un costado del Cine Plaza y que por ese tiempo era el centro de las copuchas y cahuines cañetinos; todo lo que pasaba en Cañete llegaba allí y se comentaba; era como el S.Q.P. del lugar.

Después a mediados del año 1974 la emisora se trasladó precisamente a la parte alta del local que ocupaba el Flecha Verde, y por ese tiempo Tito Muñoz vivía me parece que en las esquinas de Ignacio Carrera Pinto con 7mo de Línea, nosotros habíamos llegado a la naciente Población Larroulet, hoy Juan Pablo Segundo; y como me tocaba ir a encender el equipo transmisor; primero pasaba por su casa a despertarlo; entonces una mañana mi mamá se asoma a la ventana y ya está clarito el día, me levanto rápidamente y salgo corriendo, toco la ventana de Tito se asoma la señora Nora , le hablo rápido , despierte a Tito que me quedé dormido, y sigo corriendo al sector de Leiva donde estaba la planta transmisora; enciendo los equipos y me voy corriendo hasta la radio; llego y no veo a Tito que me esperaba siempre afuera porque la llave la tenía yo; lo voy a mirar al odeón de la plaza por si estaba ahí y nada. Como no lo veo decido entrar a los estudios y comenzar las transmisiones, abro, subo corriendo, enciendo la luz y miro al locutorio para ver la hora….¡¡¡ERAN LAS 2.30 DE LA MAÑANA!!!

¿Y Tito? Bueno; él mientras yo llegaba se fue a pasear por la plaza y llegó hasta donde estaba el punto fijo de la gobernación donde vivía el Capitán de Carabineros (recuerden que estamos en Gobierno Militar) y este uniformado que conocía a Tito (que había sido carabinero años antes) le pregunta: ¿y tú que andai haciendo a esta hora? ¿querís que te lleven preso por toque de queda?; ---Tito responde; ¡como que toque de queda!, estoy esperando a Pancho que anda encendiendo el transmisor—el carabinero le responde: ¡oye, hueón, son las 2 y 20 de la mañana! ---¿¿Queeeeé?? Y se fue para la casa. Era una noche de luna llena así que la claridad engañó a mi mamá y a todos.

Atención don Alberto González que aquí va lo suyo; habíamos llegado hacía poco a este local frente a la Plaza de Armas y corresponde celebrar el día del carabinero (27 de abril); temprano llegó ese día un envío de discos desde el sello RCA Víctor que no alcancé a revisar bien, quedando con una tremenda intriga de ello; llegó la noche y lógicamente nos invitaron a la comilona que era en el Salón del Cuerpo de Bomberos; siempre en estos casos llegaba yo al final por estar transmitiendo; tenía que cerrar las transmisiones y para peor volver al Barrio Leiva a apagar los equipos; pero me estaban esperando con unas abundantes bandejas con carne asada y su correspondiente “golpe al hígado”; tan abundante el elixir espirituoso que se me comenzó a escapar el mundo de los pies. Pasaron un par de horas y hubo que emprender la retirada, todos se fueron y yo quedé parado en la esquina de don Juan Beratto frente al Club Social, sabiendo que no era capaz de llegar hasta mi casa; además que me podían agarrar los mismos con los que había estado celebrando y meterme a la capacha por toque de queda. Así que decidí…irme a la radio que estaba a cincuenta metros.

Por la mañana; es decir al rato, llega Tito Muñoz y desde abajo siente un olor nauseabundo; como de “perro muerto” diría después; y al llegar arriba… ahí estaba yo instalado en la mesa de controles con los discos nuevos abiertos y…oh, se me había “dado vuelta la vianda” y tenía todos los discos sucios con vómito, y la mesa también … y la silla … y el piso…y todo hubo que lavarlo…y a mí me echaron pa´la casa a dormir todo el día.

Poco después de este acontecimiento el CEMA-CHILE comenzó a hacer un programa dirigido a la mujer; la locutora de este programa era la esposa del cabo de carabineros Ramón Bastías; en realidad nunca supe la función de esta señora en el CEMA pero por agosto o septiembre era la fiesta de bautismo de un Centro de Madres en Peleco a la que lógicamente nos invitó.

Llegamos con Tito Muñoz bien temprano para quedar en un buen lugar; tan temprano llegamos que todavía no había nadie por lo que nos fuimos a la casa de Tito Linque que vivía un poco más allá y trabajaba en el I.N.I.A.; a Tito Linque hacíamos que la señora lo echara de la casa dedicándole canciones a nombre de mujeres ficticias, pero esa es otra historia.

Rato después nos fuimos a la ceremonia y ya había harta gente, estaban algunas autoridades y por supuesto el cura Goyo Monedero para el ritual del bautismo; antes de eso una comilona como le gusta a la gente de campo; y Tito y yo que parecía que nos habían contratado para ello nos comimos hasta las mesas; las cocineras se nos escaparon. Después vino la ceremonia bautismal por lo que hubo que correr los mesones hacia un rincón, y hubo que correrlos con nosotros incluidos porque no hubo forma de sacarnos de allí; así que alguien dijo “tráiganles mas carne a los cabros de la radio”, así que no nos movimos ni por casualidad del rincón donde nos dejaron; según las cuentas entre los dos con Tito nos comimos como 10 pollos, dos corderos y una vaquilla, amén del trago que nos tomamos.

Al otro día en la radio le pregunté a Tito, oye, ¿no te da vergüenza comer tanto?—No, ¿y a vos? ---menos a mí- contesté.


Tiempo después trasladamos la emisora hasta el lugar que actualmente ocupa en Arturo Prat Nº 399; y allí con Alfonso Mendoza comenzamos a hacer un programa en la tarde que no recuerdo como se llamaba, pero era con cartas de la gente pidiendo sus canciones favoritas , así que tocábamos de todo; estando en nuestra discoteca se tocaba, este programa era de 3 a 5 de la tarde, lo pasábamos bien con Alfonso, nos divertíamos harto, a las 6 de la tarde hacíamos un ranking que se llamaba pomposamente “Discomanía 75” aprovechando que el sello Banglad nos mandaba música hasta por si acaso. Todo iba bien, hasta que un día…
…como a las 4 de la tarde le pregunto: oye Alfonso ¿has probado el pipeño del Ultimo Tango? (El Ultimo Tango se ubicaba en la esquina de Villagrán con Esmeralda, y todo lo que tenía era una pipa donde tenía un pipeño…MMMM, mejor sigamos en la historia); NO, me contesta Alfonso, ¿por qué? --- ¿Qué te parece si voy a buscar una botella?---Ya puh, ---Quédate aquí, vuelvo al tiro.
Traje una botella, y estaba tan buena que fui a buscar otra; al rato estaba Alfonso hablando al aire puras cabezas de pescado; de repente no le gustó un disco que puse y: ---Qué y la retutaetutata, ---y que te creís vos tal por cual; --- y vos ah ah, --- a ver que vai a hacer ah ah.---y vos a quien le venís a abrir los ojos---que tenís mucha sangre agilao…

Hasta que de pronto entró un poco de aire fresco, las cosas se calmaron y Alfonso no habló por un largo rato hasta que se le pasó el “efecto mariposa” del pipeño de “El último tango”, y como ya se terminaba el horario de las 6 de la tarde dijo a los auditores que lo sentía mucho pero el micrófono había sufrido un desperfecto.
Nunca he sabido que clase de posesión espirituosa se apoderó de nosotros.


Al año siguiente en Talagante surge el fenómeno Yamilet, la niña que con sólo tocar a la persona en la frente la sanaba de sus males.

Pues bien, trajeron esta niña a Los Alamos y un señor Correa me parece; puso una micro para trasladar gente hasta allá, y para una referencia mas clara el lugar que fijó como partida fue enfrente de la emisora. Por ese tiempo había llegado un radio-controlador de Concepción que se puso a vender pasajes a Los Alamos porque “alguien” le dijo que lo hiciera, con Alfonso Mendoza le dijimos “no te metai en problemas” ---“es que el Señor Rivas me dijo que vendiera pasajes”--- Bueno, pero que conste que te lo advertimos.

Al fin llegó el momento del viaje y los pasajes vendidos en la emisora no correspondían, por lo tanto no fueron reconocidos por el dueño de la micro y quedó la grande, la gente quería linchar al que había vendido los pasajes, si hasta le pegaron unos puñetes.

Llegaron los carabineros preguntando por el caballero de la radio que sospechosamente se había enfermado, igual tuvo que venir porque como no teníamos teléfono se le llamó por “el aire”; y… ¿qué pasó? Unas explicaciones pocas y los carabineros se despidieron de mano y listo, la gente se chupó el dedo y quedaron sin ir a ver el fraude llamado Yamilet, total en Cañete había uno más vivo y era local.

Después de ese episodio paranormal; en el interior se hicieron unas modificaciones al estudio y oficinas que son los que todavía perduran, y que por largo tiempo llamé “el milagro de Yamilet”

Hasta aquí estos recuerdos espirituosos y llenos de misteriosos acontecimientos que nublan la visión y doblegan las piernas, si estos mismos espíritus lo permiten la próxima semana habrá más.

Saludos para todos

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